Mirada de mujer. El trabajo femenino en el audiovisual colombiano

AnaNo se nace mujer: llega una a serlo
Simone de Beauvoir
Por: Ana Piñeres
Productora de Cine y Televisión.
 
 

Cuando me propusieron escribir este artículo muchas inquietudes asaltaron mi mente: ¿Porqué me lo piden a mí? ¿Porque como mujer en la industria audiovisual en Colombia he logrado visibilizarme?,¿o por contar desde CMO Producciones, compañía que gerencio, historias en su mayoría protagonizadas por mujeres?

Más que una posición ideológica, creo que las mujeres tenemos una sensibilidad distinta (lo que no es ni bueno ni malo) y desde allí trabajamos y contamos nuestras historias. Que existen desventajas, sí, pero no son mayores a las que las mujeres tenemos en otras industrias, en todos los oficios. Esees un tema histórico de una cultura eminentemente patriarcal,que se ha ido transformando a través deluchas, de obstáculos superados y también gracias a algunas ventajas quetenemos por ese “no sé qué” de lo que estamos hechas.

Varios cineastas colombianos, magistralmente, han contado historias donde la mujer ha sido la protagonista: suparticular mirada de la vida ha sido expuesta;han sido retratados sus conflictos, donde claramente temas como el maltrato, el feminicidio, el machismo o la desigualdad entre géneros, son los más abordados o los que motivan reflexiones particulares. Solo por enunciar algunos casos significativos, Víctor Gaviria ha dedicado dos de sus películas a develar los conflictos de niñas y mujeres que han nacido en ámbitos sociales complejos y que son víctimas, en el caso de su última cinta, de la violencia masculina. Ahí están “La vendedora de rosas” y “La mujer del animal”. Otro ejemploes“La sirga” de William Vega, una metáfora poética de la situación del país desde la vivencia de una víctima del conflicto armado. Caso particular y entre los más aplaudidos de nuestro cine, es la tan recordada“Confesión a Laura” de Jaime Osorio, testigo histórico del 9 de abril,quien con su particular visión nos muestra el enfoque de los hechos. Desde las mujeres escritoras y directoras es destacable la reciente película de Libia Stella Gómez, “Ella”,donde la realizadora santandereana nos habla del valor de la vida y la muerte y el rescate de la dignidad de una mujer,a través de ese viaje por la realidad de los barrios marginales que hace un esposo para conseguir darle una digna sepultura. Estadísticamente las películas con mirada de mujer son pocas en nuestra industria, ¿a qué obedecerá dicha realidad? ¿Acaso las mismas mujeres no estamos escribiendo nuestras propias historias? Sólo quiero dejar esa pregunta como reflexión, no como un juicio.

Particularmente ésta ha sido una de las líneas de creación de mi socia Clara María Ochoa y mía, tanto en series de televisión como en largometrajes. Películas como “Siempreviva”donde a través de la adaptación de la antológica obra de teatro de Miguel Torres y de la mano del director Klych López nos acercamos a la tragedia de la desaparición de Julieta García, víctima del holocausto del Palacio de Justicia de Colombia hace más de treinta años y lo que esto representó para su madre y los inquilinos de la pensión en la que vivían. En series de televisión nos hemos dedicado aún más a desarrollar historias que han reflejado realidades propias de la mujeres: la trata de personas con fines de prostitución en “La promesa”; la situación de las víctimas del narcotráfico y las llamadas mulas inocentes en “Correo de inocentes”; la historia de una niña que a la fuerza es capturada por un grupo insurgente y obligada a convertirse en guerrillera y su posterior reintegración a la sociedad en “La niña” o la lucha de una mujer por ser libre en la música y ser respetada en una época y sociedad donde cantar rancheras era considerado un deshonor, una música para prostitutas, en “La ronca de oro”. Vendrán más historias transgresoras, cuestionadoras, reivindicadoras desde ángulos retadores, pero sobre todo que nos muestren muchos aspectos de lo que como mujeres sentimos, sufrimos, celebramos y somos capaces de hacerpara que cada vez sea más simple identificarnos, reconocernos y descubrirnos entre la misma diversidad de lo que significa ser mujer.

¿Pero qué implica ser mujer en una industria en la que, como en todas, la hegemonía patriarcal ha imperado? Históricamente ser artista y pertenecera una familia tradicional colombiana tenía sus complicaciones. No era motivo de orgullo, es más, podía ser considerado sinónimo de fracaso, de sublevación en un mundo diseñado para que la mujer fuese ama de casa, madre de familia y para vivir a la sombra de los hombres de la casa; ir en contra de eso era sinónimo derebeldía. Cada derecho de las mujeres se ha ganado con luchas, con la valentía de muchas que se atrevieron a contradecir el statu quo y a discutir lo indiscutible.

Debo confesar que nunca me he sentido excluida por ser mujer en la industria audiovisual colombiana, ni siento que haya tenido menos posibilidades que otros por mi género o identidad sexual; quizá no he sido invitada asitios y reuniones de negocios donde tradicionalmente los hombres se reúnen entre ellos para cerrar alianzas y donde a nosotras no nos invitan, pero eso no ha sido un obstáculo para avanzar con historias y negocios que han beneficiado el trabajo que desarrollamos. Igual, cabe aclarar, pertenezco a una generación donde la labor de abrir camino la ejercieron otras y vale la pena reconocerlas. No soy yo quien pueda ahora decir que “aquí no ha pasado nada”.

Lo que trato de motivar es la reflexión acerca de lo que realmente sucede hoy con la situación de las mujeres en el campo audiovisual nacional y al verlo desde mi día a día, como productora de cine y televisión,percibo que debemos trascender el tono lastimero,no volver más al disco rayado de las injusticias y desigualdades salariales y de falta de oportunidades en la industria audiovisual nacional (que por supuesto han sido una realidad),pero al día de hoy creo que se han abierto muchos espacios motivados por la capacitación y talento de las mujeres. En cuanto a las historias que se hacen y se ruedan, el público las juzga y disfrutapor su potencial y no por ser escritas o dirigidas por mujeres. ¡La calidad no tiene género!

Quisiera aprovechar esta ocasión para hablar acerca de las mujeres gestoras de cultura, en especial del audiovisual (entendiendo entonces que incluye todo género audiovisual y formato del mismo). Sin embargo, las que más adelante lideraron el camino de las imágenes en movimiento no la habrían tenido fácil si antes no si hubiesen recibido un legado de féminas como la cuestionada pintora Débora Arango o la intelectual y activista María Cano.

En un área donde las mujeres hemos tenido un crecimiento significativo ha sido en la producción. Indudablemente las mujeres tenemos habilidades importantes de organización responsabilidad y administración de recursos; esto podría estar ligado a los roles aprendidos de ser madre de familia, responsable cabeza de un hogar y cuantos otros queramos adjudicar, pero no en vano hoy en día varias de las compañías líderes en el cine son manejadas por mujeres. Ejemplos como Ciudad Lunar, casa productora manejada por Cristina Gallego (El abrazo de la serpiente, Los viajes del viento) o Burning Blue(La tierra y la sombra, La sirga), de la también directora artística del Festival Internacional de Cine de Cartagena, Diana Bustamante.

Y si de mujeres líderes en el audiovisual colombiano hay que hablar, no podemos olvidar la gestión de María Emma Mejía en Focine; Sylvia Amaya Londoño, como documentalista y posteriormente como Directora de Cinematografía del Ministerio de Cultura; la incansable Claudia Triana de Vargas, quien realmente ha liderado el crecimiento del sector impulsando leyes y la internacionalización del cine colombiano así como la promoción de Colombia como territorio apto para rodajes mundiales que han hecho que la industria comience a tener contacto con otras cinematografías, adquiera un impulso importante y pueda ofrecer tambiénlos servicios de producción. No podemos olvidar la gestión en los últimos años de la Ministra de Cultura, Mariana Garcés, y de la actual Directora de Cinematografía, Adelfa Martínez, quienes han abogado por una impecable administración de los recursos del FDC y por políticas públicas e iniciativas de impulso al audiovisual en todas sus fases, donde la mujer tenga espacios igualitarios.

En el área de la realización tres nombresson abanderados: Marta Rodríguez, Gloria Triana y Gabriela Samper, quienes con su mirada nos han mostrado la Colombia real. No pecaré tratando de enumerarlas a todas, pues puedo caer en la omisión,lo que sería imperdonable para una cinematografía donde mujeres como Isadora de Norden, Camila Loboguerrero, Patricia Restrepo, Adelaida Trujillo, Patricia Castaño, Vicky Hernández o Alexandra Cardona,han trazadola rutacon un esfuerzo constante en el que no han sido las únicas.

Pese a lo dicho anteriormente, hay que tener en cuenta que las industrias culturales solo hasta los últimos años se han masculinizado (por decirlo de alguna manera) pues es bien conocido que siempre fueron menospreciadas en los ámbitos fuertes de la sociedad; por eso quizá el espacio de desarrollo femenino fue más amplio en la gestión cultural. Las artes eran consideradas como un adorno, expresiones decorativas o de entretenimiento, pero no un real o serio espacio de desarrollo profesional. De hecho a mí me toco comenzar mi vida profesional en la medicina porque supuestamente me iba a morir de hambre si estudiaba algo relacionado con las artes.

Es realmente maravilloso encontrar que muchos de los cargos de la cadena audiovisual que han llevado por tradición los hombres,se han abierto a mujeres con talento y formación, sin condescendencia por cuotas de género. Bienvenidas las directoras de fotografía, las sonidistas, las asistentes de cámara y técnicas (quienes además la tienen difícil al no tener físicamente las mismas condiciones que un hombre, lo cual las pone en desventaja), editoras(ese sí, campo colonizado desde Caliwood por las Vásquez) y por supuesto, cada vez más scripts, asistentes de dirección, todos los cargos del departamento de arte y las decenas de actrices.

En este punto quiero detenerme en la gestión gremial, pues en los últimos años la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Colombia ha sido liderada por dos de las más importantes actrices del país: Laura García y Consuelo Luzardo, y a pesar de la incipiente ayuda que logra recaudarse año a año, han logrado agrupar al sector y liderar los premios a lo mejor de nuestro cine en los Macondo. Tampoco podemos dejar en el tintero la titánica labor de ACA, la Asociación Colombiana de Actores donde su actual presidente, Diana Ángel, junto a una extensa junta directiva mixta entre las que podemos destacar a MajidaIssa y a Adriana Romero, han logrado importantes acuerdos con los canales de televisión nacional para mejorar las condiciones del gremio. En las agremiaciones también tenemos a Aura Helena Prada, Presidente deACTORES, sociedad de gestión que en muy pocos años halogrado recaudar dineros por ejecución pública que les permitió la Ley Fanny Mickey y que tan exitosamente gestionaron ante el congreso con el apoyo de cientos de actrices y actores; los logros en bienestar social para los actores son dignos de revisar y replicar. Y por parte de los productores ha hecho lo suyo Vivian Alvarado, gerente de EGEDA, quien poco a poco ha hecho entender a muchos sectores que los derechos de retransmisión de las obras audiovisuales tienen dueño y hoy en día entrega los mejores resultados a los productores que conforman la sociedad de gestión,siendo tanto un distribuidor en ventanas alternas como un defensor de las obras audiovisuales.

Una iniciativa muy interesante es la del colectivo “Mujer es audiovisual”. El año pasado realizaron un simposio donde en tres mesas de trabajo (Gestión, administración y producción –Tecnologías y oficios –Dirección y guión) se reflexionó sobre el papel de las mujeres en la industria. De allí salieron iniciativas que esperamos se pongan en marcha a la mayor brevedad y que este simposio tenga más versiones y una divulgación más contundente. El colectivo realiza desde hace 8 versiones, la muestra de cine en femenino.  y las actrices, que tradicin laacidad y liderazgo de las muejres. ndo cada vez mve ser generadoras de paz. tribucci tradicin la

Sería injusto no reconocer a todas y cada una de las mujeres que hoy en día hacen del audiovisual en Colombia una industria incluyente, mujeres que poco a poco han logrado visibilizar sus historias, sus oficios; que han contribuido a contar sus comunidades, a ser formadoras de la imagen, mujeres que hoy en día contribuyen a dejar un patrimonio audiovisual, construir memoria histórica, ser la voz de  los que no tienen voz, pensarnos como sociedad e inclusive, ser generadoras de paz. En este mismo sentido pero en los años 70 la cooperativa Cine Mujer había hecho lo suyo de la mano de Eulalia Carrizosa y Sarah Bright.

La listas siempre son susceptibles de dejar por fuera nombres y gestiones importantes, pero antes que enumerar a cada una de las mujeres que hacemos las imágenes en movimiento del país, no quisiera dejar de mencionar a las realizadorasMady Samper, Paula Gaitán de Rocha, Clara Riascos, las hermanas Bella y Joyce Ventura, o a la ya muy reconocida internacionalmente Patricia Cardoso. De mujeres anónimas están llenos los consejos departamentales de cultura y en cada rincón del país hay una mujer queriendo contar sus historias, viviendo del audiovisual o soñando con sus proyectos.

La fuerza femenina en la gestión audiovisual y cultural también se ve reflejada hoy en otras industrias donde mujeres lideran espacios que jamás imaginamos, serían colonizados por ellas. Algo bueno está pasando, algo bien se estará haciendo no solocomo mujeres sino como sociedad, pues es indudable que se viene dando cada vez más espacio al emprendimiento, capacidad y liderazgo femenino.

Indiscutiblemente faltan más historias de mujer en nuestra cinematografía y audiovisual en general, para que sean contadas por cualquier sujeto independientemente de su género o identidad sexual, pero también falta explorar formas distintas de ser mujer. Faltan más historias como “Señorita María”, el documental de Rubén Mendoza, o películas donde el amor de las mujeres salga del falocentrismo y la heterosexualidad; son necesarias las historias que trasciendan la manida posición feminista víctima de los sistemas patriarcales y más historias de superación de esos modelos y roles, que generen empoderamiento e identificación; falta mirarnos más allá de ser víctimas y trascender en nuestra particular forma de sentir y ver el mundo. Lo que hay es trabajo, lo que falta es más acción; los espacios están dados, ni los premios, ni los festivales, ni la industria hoy en día son machistas. Creo fielmente en que una buena historia no tiene género y en que lo que debemos tomar, como lo decimos cada vez que comenzamos a rodar una nueva escena es “¡Acción!”.