Constantino Costa - Gavras
FILMOGRAFA COMO DIRECTOR
1958 | Les Rates |
1965 | Crimen en el expreso de medianoche ( Compartiment tueurs) . |
1967 | Un homme de trop |
1969 | Z |
1970 | La confesión ( L'aveu) |
1973 | Estado de sitio. ( État de siège) |
1982 | Desaparecido ( Missing) |
1983 | Hanna K. ( Hanna K.) |
1986 | Consejo de familia ( Conseil de familla) |
1988 | El sendero de la traición ( Betrayed) |
1990 | La c aja de música ( Music Box) |
1993 | Un p equeño apocalipsis ( La petite apocalypse) |
1995 | Lumiere y compañía ( Lumière et compagnie) |
1997 | Mad City |
2002 | Amén ( Amen) |
2005 | Saló, o los 120 días de Sodoma (Salo o le 120 giornate di Sodoma) |
Nacido en Grecia en el año de 1933 y formado en Francia, donde ingresó a estudiar cine en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos de París, Costa-Gavras es una de las figuras emblemáticas del llamado Cine Político, género de fronteras difusas y que conoció con el director a finales de la década del sesenta y comienzos de los setenta uno de sus momentos de mayor esplendor.
Si bien por edad y tiempo el realizador de Z pertenece a la generación de la Nueva Ola francesa, su cine se vincula de manera clara con la línea más tradicional de esa cinematografía. No en vano el aprendizaje del oficio lo adquirió haciendo las veces de asistente de René Clément en dos de sus películas.
En ese sentido Costa-Gavras nunca sintió la necesidad de proponer ningún tipo de ruptura formal con los directores de la generación anterior, uno de los aspectos en los que con mayor beligerancia insistieron los realizadores de la Nueva Ola. Bien por el contrario, su cine se aprovecha de los recursos narrativos clásicos y acude en casi todos sus filmes a los esquemas del thriller.
Sin embargo, el director greco-francés es un hijo de su tiempo y su obra está determinada como pocas por las circunstancias sociales en las que vive y conoce. Prácticamente todo su cine se alimenta de historias ocurridas con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en un testigo atento de muchas de las aberraciones y excesos del poder en distintas partes del mundo.
El régimen de los coroneles griegos en Z , los abusos del estalinismo checo en La confesión , la influencia de la CIA y del gobierno norteamericano en la dictadura militar uruguaya en Estado de sitio y en el golpe de Augusto Pinochet en Desaparecido , el colaboracionismo francés en el gobierno de Vichy en Sección especial , los silencios cómplices del Vaticano con los nazis en Amén .
Simplemente que Costa-Gavras prefiere referirse a todos esos acontecimientos históricos a partir de la ficción, reconstruyendo los hechos y creando sus personajes con las reglas propias del cine de invención, en un ejercicio lúcido que, entre otras cosas, le sirvió para escapar de las acciones legales que algunos de los que se sintieron implicados en sus películas le propusieron.
Salvo quizá un par de títulos, su filmografía de dieciséis largometrajes hasta la fecha se caracteriza fundamentalmente por la preocupación política. Su gran mérito fue haber ejemplificado en esas películas un tipo de propuesta que no renunciaba a la comunicación con el público, sirviéndose para el efecto del recurso del suspenso tradicional.
Fue violento el clima de politización que se conoció en la década del sesenta con los últimos procesos de liberación nacional, la revolución cubana, las luchas intensas entre el comunismo soviético y el chino. Se tiene casi que haber vivido esos años para medir la virulencia con que se desataron los enfrentamientos de grupos y facciones.
De alguna manera Costa-Gavras estuvo en el eje de muchas de esas polémicas. Mientras sectores conservadores lo acosaban y perseguían por la forma como su cine se ocupaba de los excesos y las miserias del poder, también desde la izquierda se le atacaba con una ferocidad delirante, deduciéndole el cargo de comercializar el cine político.
La fuerza de las convicciones le permitió al director conservar la independencia y los perfiles propios de su cine, incluso en las cuatro ocasiones en que trabajó bajo producción norteamericana, como sucedió con Desaparecido , El sendero de la traición , La caja de música y Mad City , convirtiéndose en uno de los escasos directores que ha conseguido salir indemne de esa aventura.
Creo que los años han terminado por darle la razón a Constantino Costa-Gavras. La retrospectiva completa que en el año 2003 le dedicó la Semana de Cine de Valladolid nos permitió recuperar con admiración y casi con asombro una obra sólida construida con los recursos eternos del cine —el guión, los actores, la puesta en escena—, siempre con una eficacia y un vigor envidiables.
Z (1969) es su tercera película y el trabajo que lo impuso internacionalmente como autor de un cierto tipo de cine político; Desaparecido (1982) marca su primera aparición en la industria norteamericana y fue galardonada con la Palma de Oro en el festival de Cannes, y Amén (2002) ilustra la última etapa de su carrera.
Una muestra corta, quizá excesivamente breve, pero de urgente utilidad para acercarse a la obra de un creador que merece repasarse y que parece haber ganado la guerra contra el tiempo y contra la obnubilación de muchos que no quisieron reconocer en él, por el fanatismo y la cerrazón mental de la época, las virtudes propias de un gran director.
Muestra en Santa Fe de Antioquia
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ZProducción: Jacques Perrin , Ahmed Rachedi |
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DesaparecidoGuión: Costa-Gavras, Donald Stewar |
AménGuión: Costa Gavras y Jean Claude Grumberg ( basado en el libro Der strellvertreter de Rolf Hochhuth). |
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