La ley de cine ha funcionado, pero es hora de reformarla
Por: Jerónimo Rivera Betancur
Decano facultad de comunicaciones Universidad de la Sabana. Investigador del campo audiovisual y docente de guion.
- El país cinematográfico ya cambió, es hora de que la ley se adapte para estar a la altura de los retos que este momento histórico demanda, es hora de que todos participemos de esta transformación. Para que esta idea-propuesta no se quede en lo abstracto
Muy pocos podrían desconocer las virtudes de la ley 814 de 2003 y su aporte al fomento de la cinematografía colombiana. Las cifras son contundentes y la legislación es un modelo para la región, pero llegó el momento de revisarla.
Cuando la ley fue expedida, Colombia venía de uno de los peores momentos del cine nacional: La década de 1990, que no solo en el país sino en casi todas las cinematografías latinoamericanas vio caer escandalosamente la cantidad de películas producidas y estrenadas anualmente, en beneficio de Hollywood que aumentó su avasalladora presencia en la región.
El país cinematográfico de 2003 se parece poco al de 2016 (en parte gracias a la ley), lo que significa que las prioridades ahora deben ser otras. En ese año los retos iban encaminados, entre otras cosas, a aumentar la producción de películas nacionales, tener mayor presencia en festivales y contribuir al desarrollo de una industria cinematográfica que entonces no solo era inexistente sino prácticamente inviable. Más de una década después, las películas colombianas son protagonistas en los festivales más importantes del mundo, se ha elevado la calidad profesional del personal técnico y artístico, y la cantidad de películas del año pasado dobló en número la de las realizadas en toda la década del 90.
Aunque las cifras son contundentes, no debemos caer en el optimismo desbordado, pues hay amenazas que, si no se atacan a tiempo, pueden aguar la fiesta. La más importante de ellas se relaciona con la, cada vez peor, taquilla para el cine colombiano. Las cifras son engañosas cuando se muestra que el público asiste en porcentajes del 4 al 8 % a ver cine nacional, si tenemos en cuenta que este número se concentra cada año en dos o tres películas, generalmente del mismo género y estilo. En un país en donde los grandes estrenos de Hollywood superan fácilmente el millón de espectadores, una producción colombiana debe hoy sentirse satisfecha con menos de 50 mil espectadores. ¿De quién es la culpa?, ¿de los exhibidores que no dan tiempo a las películas en cartelera? ¿del público que tiene “mal gusto”? ¿de los realizadores que hacen películas que el público no quiere ver? o ¿del Estado que no pone cuotas de pantalla para las salas de cine comerciales? En todos ellos está el problema y la solución.
Además del vergonzoso presupuesto del Ministerio de Cultura (la cenicienta de los ministerios), hoy se destina aproximadamente el 70% de los recursos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico para la producción de películas, pero en la Colombia cinematográfica actual esto no es suficiente. Hacer cine y construir una industria no consiste solamente en hacer películas. Es absurdo pensar en una industria dedicada exclusivamente a producir, que desconozca los procesos de venta, distribución y promoción de los productos. Hoy se hacen más películas; pero no se exhiben, distribuyen, promueven ni venden como deberían y está muy cerca el día en que haya películas que no puedan ser exhibidas porque, sencillamente, el espacio en salas para el cine colombiano será insuficiente (en México, modelo de la región, hay años en los que se han exhibido menos de la mitad de las películas nacionales producidas). Las películas no se hacen para ser producidas si no para exhibirse a un público, ¿no debería el Estado colombiano vigilar el buen uso de su inversión presionando para que las películas se vean de manera efectiva?
Hacer cine va más allá de hacer películas. Para la industria debe ser igualmente importante formar a público y realizadores, promover debates sobre el cine, apoyar festivales y muestras, establecer reglas de juego con exhibidores y distribuidores, aumentar la presencia internacional, propender porque las películas se vean en las salas y muchos retos más que se han tenido en cuenta hasta ahora, pero aun tímidamente.
El país cinematográfico ya cambió, es hora de que la ley se adapte para estar a la altura de los retos que este momento histórico demanda, es hora de que todos participemos de esta transformación. Para que esta idea-propuesta no se quede en lo abstracto, propongo 10 cosas que deberían cambiar para mejorar el cine colombiano.
10 cosas que deberían cambiar en el cine colombiano:
1- El presupuesto de las películas debería ajustarse a las expectativas de retribución. En lugar de intentar emular el presupuesto de una película de Hollywood, el cine nacional debe acudir a la recursividad, con presupuestos más modestos.
2- Hay que invertir mucho más en la formación de públicos, es la única manera de contrarrestar el avasallador efecto de Hollywood en la forma como se ve el cine.
3- Las películas colombianas deben contar historias muy locales con valores universales y no intentar competir con Hollywood teniendo muchas veces menos del 1% del presupuesto de una película suya.
4- Desde el Estado se debe procurar que los exhibidores mantengan películas colombianas (o latinoamericanas) en cartelera, en condiciones dignas (suficiente tiempo, buenas salas y horarios). Esto no significa imponer cuotas de pantalla, si no propender por condiciones justas para las películas nacionales.
5- El sector cinematográfico debe comprometerse a ver cine nacional. Es vergonzoso que estudiantes de cine y jóvenes realizadores no conozcan su propio cine. No se trata de ver cine colombiano por caridad, se trata de darle la oportunidad y ser crítico, si se quiere, pero solo después de verlo.
6- Debe prestársele más atención al marketing. En la industria internacional se sugiere destinar el 50% del presupuesto global de la película. No debe seguir pasando que en Colombia el dinero se acabe en el primer corte de edición.
7- Hay que hacer atractiva la inversión en cine para las empresas. Quien invierte en cine no tiene por qué ser un mecenas y espera algún tipo de retribución.
8- Ante la carencia de buenas historias en Hollywood, el cine latinoamericano puede competir con buenos guiones. Es imperativo mejorar la formación en escritura audiovisual de los nuevos realizadores y aumentar los espacios de consultoría y clínica de guiones.
9- Es necesario avanzar hacia un mercado común latinoamericano de películas que permita que estas puedan verse más allá de los festivales.
10- Desde el Estado se debe avanzar hacia la constitución de salas alternativas de cine y formación de públicos en todo el país que permitan que el cine independiente de todo el mundo pueda verse y entenderse. Con algo de subsidio a la taquilla, podría pensarse también en que las películas colombianas compitieran en salas comerciales con un menor precio frente a Hollywood.
Son muchos los argumentos, pero faltan más acciones. Lo que para mí es claro es que, 10 años después de la ley de cine, hay que ajustar las tuercas y enmendar el camino para que hacer cine sea una buena alternativa para preservar nuestra cultura e identidad como colombianos.