Un viaje cultural, histórico y musical
¿Quién podría pensar que el acordeón sería capaz de unir dos países tan diferentes como Alemania y Colombia? Y es que precisamente de esto se trata el documental “El viaje del acordeón” de los directores Andrew Tucker y Rey Sagbini.
Un viaje que comienza en Cartagena, Sincelejo y Valledupar, pero que se extiende hasta un pueblo en el sur de Alemania que tiene como protagonistas a Manuel Vega y su conjunto vallenato en medio de la incesante lucha por ser consagrado como Rey Vallenato. Es una historia de amor entre un instrumento y un hombre que deja ver todos los sentimientos que se pueden despertar en una clásica novela romántica. Un héroe que intenta contra todo ganar el título del Festival de la Leyenda Vallenata pero que a diferencia de las novelas épicas, no sale triunfador.
Este no es un documental de entrevistas, voz en off y al estilo NationalGeographic o televisión, todo sale de las conversaciones naturales de los personajes en medio de su recorrido al país del viejo continente donde conocen las raíces del acordeón y tienen la oportunidad de interpretar una pieza junto con una orquesta de un pequeño pueblo al borde de la selva alemana en medio de un choque no solo musical sino cultural. “No los dirigimos, seguimos sus vidas” cuenta Andrew Tucker, uno de los directores de este largometraje.
Esta película que trata de manera directa el tema central del festival “La música en el cine” no solo nos cuenta una historia sino que nos ilustra acerca del instrumento más importante de nuestro país, ya que muestra su origen y recorrido hasta convertirse en un elemento transformador de la historia musical de una nación.
Una mezcla que deja al descubierto los diferentes ritmos de un mismo instrumento.
El codirector de la película Andrew Tucker nos contó un poco acerca del proceso de musicalización de esta producción y de cómo tres costeños lograron sobresalir en medio de un país que se caracteriza por llevar un ritmo de vida estricto y disciplinado:
“Una de las cosas que yo buscaba era meter mucho la puyavallenata, ya que en mi opinión representa muy bien las tres culturas musicales: la indígena, europea y afrocolombiana. Dentro de cada canción hay una improvisación que es lo que más me fascinaba. Por otro lado tenemos la música clásica en Alemania que representa la Academia: leer notas y leer pentagramas. Es una mezcla entre la libertad de un ritmo como la puya y la tradición de la música clásica.”
El acordeón entonces se convirtió en más que instrumento en un vínculo entre dos países aparentemente muy diferentes pero unidos por cuerdas y notas musicales que se desprenden de tan majestuoso artefacto musical.